Extraterrestres reales: ¿Están realmente aquí?

Montevideo, Uruguay, década de los años 70. Era una noche tranquila en el apartamento de Nelly G., quien compartía su hogar con su marido Carlos y su pequeño hijo, que dormía profundamente en el cuarto contiguo. Las calles de la ciudad estaban silenciosas, y un aura de calma rodeaba el barrio. Sin embargo, aquella noche sería una que Nelly jamás olvidaría.

En el corazón de la madrugada, Nelly despertó abruptamente. Una sensación extraña recorrió su cuerpo: no podía moverse, como si una fuerza invisible la mantuviera paralizada. Sus ojos, sin embargo, permanecían abiertos, y fue entonces cuando las vio.

Dos figuras se encontraban en el cuarto, de pie cerca de los pies de la cama. Vestían con trajes extraños, que parecían demasiado modernos para la época. Sus movimientos no eran como los de los humanos; no caminaban, sino que se deslizaban suavemente por el suelo, como si flotaran.

Nelly observó con atención, sintiéndose atrapada en un estado de lucidez aterradora. Los seres eran increíblemente perfectos: piel blanca y tersa, perfiles afilados y simétricos, con cabello que parecía adherido a sus cráneos como una segunda piel. Había algo inquietantemente humano en ellos, pero al mismo tiempo, profundamente ajeno.

Uno de ellos sostenía un aparato desconocido, con luces que parpadeaban suavemente. Estaban concentrados en el suelo, como si investigaran algo en el apartamento inferior. Mientras tanto, Nelly sentía cómo su cuerpo se resistía a su propia voluntad. Sus ojos captaron un detalle escalofriante: la vena del cuello de uno de los seres se hinchaba y pulsaba. Fue entonces cuando comprendió que estaban haciendo algo más: parecían hipnotizarla.

A pesar de sus esfuerzos, no logró mover ni un solo músculo para despertar a Carlos, que dormía profundamente a su lado. Solo podía observar mientras la luz en la habitación era tan intensa que parecía pleno día. La tensión crecía, y una de las figuras se deslizó hacia ella. Fue lo último que vio antes de que una oleada de somnolencia irresistible la sumiera nuevamente en un sueño profundo.

Cuando despertó, el cuarto estaba sumido en la oscuridad de la noche. Las figuras habían desaparecido sin dejar rastro. Nelly saltó de la cama, su corazón desbocado. Corrió al cuarto de su hijo, temiendo lo peor, pero lo encontró durmiendo plácidamente. Carlos también seguía en su mundo de sueños, ajeno a lo que había sucedido.

Por años, Nelly guardó en secreto aquella experiencia. Sin embargo, al paso del tiempo, comenzó a escuchar historias similares en Montevideo: personas que describían seres de aspecto humanoide, comunicaciones telepáticas y extrañas parálisis nocturnas. Las coincidencias eran demasiadas como para ignorarlas, y muchos comenzaron a susurrar sobre la posibilidad de extraterrestres reales visitando la ciudad.

Aunque Nelly nunca pudo confirmar lo que ocurrió aquella noche, una cosa era segura: esos seres no eran de este mundo, y su presencia en su hogar dejó una marca imborrable en su memoria. Hasta el día de hoy, quienes vivieron aquellas experiencias aún debaten si los «visitantes» tenían un propósito benigno o algo mucho más misterioso.

Si tu también has vivido o conoces personas que han vivido situaciones similares, no dudes en escribirnos a hola@galeriadelterror.site, nos interesa mucho conocer tu historia también.